Los limites de la paciencia de Dios.
Tiempo es de actuar, oh
Jehová, porque han invalidado tu ley. Salmos 119:126. MGD 51.1
En una visión
de noche, yo estaba sobre una altura desde donde veía las casas sacudirse como
el viento sacude los juncos. Los edificios, grandes y pequeños, se derrumbaban.
Los sitios de recreo, los teatros, hoteles y palacios suntuosos eran conmovidos
y derribados. Muchas vidas eran destruidas y los lamentos de los heridos y
aterrorizados llenaban el espacio. MGD 51.2
Los ángeles destructores,
enviados por Dios, estaban obrando. Un simple toque, y los edificios construidos
tan sólidamente que los hombres tenían por resguardados de todo peligro,
quedaban reducidos a un montón de escombros. Ninguna seguridad había en parte
alguna... No puedo describir las escenas terribles que se desarrollaron ante mi
vista. Era como si la paciencia de Dios se hubiese agotado y hubiese llegado el
día del juicio. MGD 51.3
Entonces el ángel que estaba a mi lado me dijo que
muy pocas personas se dan cuenta de la maldad que reina en el mundo hoy,
especialmente en las ciudades grandes. Declaró que el Señor ha fijado un tiempo
cuando su ira castigará a los transgresores por su persistente menoscabo de su
ley... La soberanía de Dios, el carácter sagrado de su ley, deben ser
manifestados a los que rehúsan obstinadamente obedecer al Rey de reyes. Los que
prefieran quedar infieles habrán de ser heridos por los juicios misericordiosos,
a fin de que, si posible fuere, lleguen a percatarse de la culpabilidad de su
conducta... Aunque el divino Soberano soporte con paciencia la maldad, no puede
ser engañado, y no callará para siempre. Su autoridad y supremacía como Príncipe
del universo, deben ser reconocidas, y las justas demandas de su ley
vindicadas.—Joyas de los Testimonios 3:329, 330. MGD 51.4
Hasta la tolerancia de
Dios tiene límites, y muchos están superándolos. Han sobrepasado los límites de
la gracia, y por lo tanto Dios debe intervenir y vindicar su propio honor... MGD
51.5
Cuando el Señor salga como vengador, vendrá también como protector de
todos aquellos que hayan conservado la fe en su pureza y se hayan mantenido sin
mancha del mundo.—Ibid. 2:62, 64. (Traducción revisada.) MGD 51.6
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